Hoy me gustaría hablaros de un gran
filósofo y pensador italiano llamado Giovanni Sartori. Giovanni Sartori, filósofo italiano, prestigioso pensador
especializado en el análisis de la política comparada. Profesor emérito en la
Universidad de Columbia de Nueva York y
en la Universidad de Florencia, ha enseñado
también en las universidades de Harvard, Yale y Stanford, y ha sido investido con nueve doctorados honoris
causa. En 2005 fue
galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de
Ciencias Sociales. Miembro de la Accademia Nazionale dei Lincei, y articulista
del Corriere della Sera, autor de numerosos libros, traducidos en más de
treinta países y uno de los fundadores de la primera Universidad de Ciencias
Políticas en Italia. Giovanni, “ha tocado”, en sus artículos, libros,…muchos
temas, pero sobre todo hay dos temas en los que más se centra: los medios de comunicación
y la cultura. En ambos temas, este autor, es una autoridad mundial, ejerce
mucha influencia.
Sobre los medios de comunicación,
Sartori dice que están manipulados, se manipula la forma de dar la información y
son los propios medios los que deciden que es noticia y que no es noticia. Pero
a su vez, esta manipulación no se hace sola, sino que detrás del medio hay
alguien que decide qué hacer con la información. Así, nosotros también somos manipulados
sobre todo por la televisión, nos llenan la “cabeza de pájaros”, nos creemos
todo lo que dicen y solo son manipulaciones de información para que las
empresas vendan más, ganen más, y nosotros, tan inocentes, nos creemos todo lo
que dicen.
Pero el artículo que yo
he leído habla justamente del otro tema: la cultura.
Este artículo se
llama “Pluralismo y tolerancia”. Decir que, a parte de una lectura complicada,
ha sido un artículo cargado de verdades.
Habla sobre la
comunidad, el racismo, la tolerancia,… Cada persona se siente integrada,
partícipe de una comunidad, donde se comparten cosas con otras muchas personas
y nos sentimos bien, queridos y arropados por nuestra comunidad. El problema es cuando decimos “nosotros” (a
los que formamos parte de esa comunidad) y ellos (de otra comunidad).
Aquí, con esas
simples palabras ya se está hablando de diferencias, parece que no estamos
hablando de personas, hablamos como si fuera algo ajeno a nosotros y ya se está
poniendo de manifiesto una separación entre las personas, una especie de “marginación”.
Por estas cosas, cuando la gente tiene que emigrar a otros países, a otras
comunidades se les hace difícil la inserción o integración. Aquí entra en juego
la tolerancia y el pluralismo; y donde empieza a “crearse” el propio racismo.
Hoy día, hay cantidad
de pluralismo en todos los países del mundo, según este autor, el pluralismo
conlleva tolerancia, que no es indiferencia. Una frase que me ha gustado mucho
en este artículo es: “si somos indiferentes no tenemos interés: y aquí se acabo
todo”, seguido el autor comenta que no es verdad; yo creo que sí, una persona
que no tiene interés por nada ni por nadie, le es indiferente todo, no tiene
preferencia por nada, no le inquieta nada, no tiene metas en la vida, creo que
es una persona sin esencia.
Por eso, la
tolerancia es importante. Para mi ser tolerante implica respeto por la otra persona,
por comprender que la gente piensa distinto a mí, respetar sus creencias aunque
sean diferentes y pensemos que son equivocadas.
Según el autor, la
tolerancia “admite tres criterios”: siempre debemos argumentar, aportar razones
válidas de porqué consideramos algo intolerable. El segundo, principio de no
hacer daño. Que seamos tolerantes no implica que seamos “TONTOS”, no tenemos
que tolerar comportamientos que nos hagan daño; y por último, cuando nosotros
somos tolerantes también esperamos que lo sean con nosotros, creo que es lo
correcto, yo lo espero.
Ahora, volviendo al
tema de las comunidades, el racismo y la inmigración el autor comenta que,
cuando una persona va a otro país no están dispuestos a conceder nada a cambio
de lo que obtienen, que ellos quieren permanecer como extraños a la nueva
comunidad y que eso es lo que hace que la gente los vea con rechazo, miedo,
hostilidad. Por un lado estoy de acuerdo con el autor pero, por otro, yo me
planteo si cuando viene gente extranjera nosotros le damos la oportunidad de
integrarse, de no sentirse extraños.
Llegar a otra comunidad, empezar de nuevo en
un lugar donde todo es extraño no es una situación fácil precisamente. Si a
esto le añadimos que la gente no da la oportunidad para que se integren sino
que, se les mira mal, no se habla con ellos, nadie quiere saber nada de ellos,
se cierran en ellos mismos y al final quedan marginados.
Por lo que no creo
que la culpa sea sólo de los inmigrantes, cuando vienen tampoco les damos una
oportunidad, no los comprendemos, simplemente les colgamos una etiqueta y los
ignoramos. ¿Son ellos los que quieren ser extraños o somos nosotros los que los
obligamos?
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